Ebrios de futbol
Entre el reciente triunfo de la selección sub-17 de México y el triunfo de la selección mayor en la Copa de Oro, el país está viviendo una euforia que, por desgracia, choca con la realidad imperante y nos hace ver las cosas nubladas, mezcladas, hechas bolas. El dichoso triunfo no admite dudas, pero las interpretaciones son muchas, distintas, con la posibilidad de que cada sector lleve agua a su molino con un éxito que, en realidad, le es ajeno.
Es como en el pasado sucedía con los boxeadores: Las autoridades deportivas se vanagloriaban de los púgiles mexicanos mientras que el mérito era solo de ellos y sus entrenadores, practicando en condiciones precarias, sin tener apenas qué llevarse a la boca, sin el menor apoyo de nadie.
A veces me pregunto si es justo sentirnos orgullosos de esos triunfos que no nos corresponden. Son de ellos, no del sistema, que es un asco y no fomenta el deporte sino todo lo contrario: Pone trabas y favorece a los famosos, que se alzan solo muy de vez en cuando sobre sus contrincantes. México es un país donde, a veces, los pobres avanzan a pesar de sus gobernantes.
Que lástima.
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