12 de agosto de 2010

El apellido de Dios

El otro día, mientras recorría (por puro ocio) la conocida sección de Yahoo! llamada “Yahoo! Answers”, me encontré con que alguien preguntaba cuál era el apellido de Dios. Leí las respuestas (había un par), que me parecieron bobas y sin sentido, pero la pregunta siguió dando vueltas en mi cabeza una y otra vez.

Sería fácil decir que el segundo nombre de Dios sería alguno de sus atributos (todopoderoso, misericordioso, temible, amado, etc.), pero entonces la lista sería interminable, pues el número de calificativos que se le pueden dar es inmenso, y además está el asunto de que probablemente no todos piensan en el mismo Dios. Ha habido muchos Dioses a lo largo de la historia del mundo, y actualmente coexisten varios cientos de ellos dependiendo de la cultura a la que nos refiramos.

Lo único cierto es que para ser Dios es indispensable ser superior a los creyentes. No conozco ningún Dios que sea inferior. Pueden ser peores, en el sentido de malvado o cruel, como algunos dioses egipcios, pero no inferiores.

Otra cosa importante es que si preguntamos a cualquier persona acerca de Dios y le pedimos que nos lo describa con sus propias palabras, siempre nos dará una respuesta diferente a la de otro individuo. No importa del Dios que se trate, cada uno de nosotros tiene un concepto ligeramente distinto del de otros.

Así pues, parece que hay muchos Dioses, y que cada uno de los fieles tiene una idea algo distinta de él, o de ellos.

Creo que si hubiera que agregarle a Dios otro nombre debería ser el nuestro. Aún los ateos deberían hacer esto, ya que tienen un concepto de la idea de Dios distinta a la de otros.

No creo que a Dios le ofenda ser único en el corazón de cada uno de sus fieles.

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