Carlos Slim, un hombre frugal

Leo por ahí que Carlos Slim, el hombre más rico del mundo según la revista Forbes, es un hombre frugal, que trabaja en mangas de camisa y que no es afecto a los lujos, que vive con unos 30,000 dólares al mes y que ha dejado poco a poco sus compañías en manos de sus hijos para dedicarse a obras filantrópicas.

¡Cuack! Pecaré de incrédulo, porque honestamente no me lo creo. Claro que tal vez se trate de mi envidia personal porque soy un pobre muerto de hambre, pero no me parece que la posición de Slim, o lo que se dice de él demuestre frugalidad, humildad ni nada de eso. Simplemente, me parece que Slim, como los famosos prestamistas judíos que pintaba Dostoievski en sus novelas, es un tacaño, un avaro, porque a pesar de lo mucho que se habla de sus empresas filantrópicas, con tantos billones de dólares bien podría hacer algo un poco más notorio. Con la mano en la cintura podría hacer de México el país con el mejor servicio de internet del mundo, y resulta que somos de los peores, y donde el servicio es más caro. También podría construir el mejor centro de investigación en el mundo en el área que sea, o dar, digamos, uno de sus cincuenta y tantos billones de dólares a la UNAM, que tantas mentes ha educado. ¿Se imaginan lo que lograría la UNAM con mil millones de dólares?

En fin, que a los millonarios últimamente les da pena tener tanto dinero y tratan de disfrazar su posición de explotadores vistiéndose de benefactores, pero no lo son. Es una farsa, un engaño, un disfraz público para que la gente no los señale con el dedo por haber empobrecido más a los países de donde obtienen sus incalculables riquezas.