El universo, mundializado
El mundo se encuentra mundializado, consumido por la obsesiva visión de 22 hombres corriendo tras un balón, pateándolo de un lado a otro. ¿Cuántos golpes recibirá un balón durante un juego? No creo que nadie los haya contado, pero deben ser muchos miles: Patadas, rodillazos, cabezazos, golpes con el pecho y hasta manotazos. Pobre balón, tan codiciado, tan maltratado y tan difícil de controlar.
Todo el mundo habla de futbol, de quién ganará la ansiada copa, de cómo están las apuestas, de las jugadas controvertidas y de aquellas que han quedado para la historia. No ha sido, hasta ahora, un mundial sin conflictos, sin problemas y sin anécdotas que se contarán mucho tiempo después, pero definitivamente ha sido el mundial que menos me ha llamado la atención, al grado de que no he visto ni un solo partido completo. Vi un poco del partido de Uruguay contra Sudáfrica y algunas jugadas aquí y allá, además de los rápidos vistazos en las noticias, pero a diferencia del mundo que me rodea, yo me he ido desfutbolizando, alejando de ese mundo que gira en torno al objeto esférico que tiene embobado al mundo.
No es que desprecie un buen partido, pero no he tenido tiempo de ver el Mundial, y los ratos libres que tengo prefiero pasarlos leyendo un buen libro que esperando a que alguien meta un gol, o haciendo corajes por la ineptitud de los árbitros y por la maestría de los jugadores en lo que a su forma de actuar se refiere.
Así pues, cuando hablo con alguien y esta persona toca el tema del Mundial de Futbol, me quedo mudo, ajeno a lo que estoy oyendo, aunque finjo prestar atención, mucha atención, para no ofender innecesariamente a mi interlocutor, pero la verdad es que trato de desviar la conversación hacia temas distintos, y ojalá que todo esto termine pronto y volvamos a la normalidad… hasta dentro de 4 años.
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