3 de agosto de 2010

El vicio de leer

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Así como hay grupos AA para los alcohólicos y clínicas para tratar la adicción a ciertas drogas, debería haber sitios y organizaciones para tratar una de las adicciones más olvidadas, y que algunos consideran una virtud: La lectura.

Leer puede llegar a consumir una cantidad enorme de tiempo, energía y dinero. No es algo de lo cual enorgullecerse, ya que a pesar de haber controlado (más o menos) el vicio, hubo épocas en mi vida en las que cedí a él de forma total, completa. Leía uno o dos libros diarios, dependiendo del número de páginas, e iba a todos lados con un libro bajo el brazo.

Un vicio socialmente aceptado.

Pero pasar 8, 10 o más horas al día leyendo no puede ser sano para nadie. Son muchas las cosas que se sacrifican, mucho el dinero que se gasta o mucho el camino que hay que recorrer de ida y vuelta a la biblioteca. Y no me refiero a la lectura que tiene como objetivo el aprendizaje, sino aquella que sólo se realiza por placer, sin la menor intención de que esto sea algo académicamente enriquecedor. Claro, de tanto leer terminan pegándosele a uno algunos conocimientos, pero ese es un efecto secundario, no el objetivo principal. Los adictos a la lectura no son bibliófilos ni bibliómanos: Leen lo que pueden, no importando el estado de las ediciones. Recuerdo que alguna vez otro adicto a los libros me prestó uno que estaba en pésimas condiciones y cuando se lo señalé me dijo: ¡Pero no le falta ni una letra!

A mí, en lo personal, no me importa si leo en papel, en la computadora o en mi lector de eBooks (leo hasta en mi teléfono celular): El asunto es leer todo el tiempo que pueda… y tratar de no descuidar otros aspectos de mi vida, pero a veces ambas actividades no son compatibles.

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